Edgar Allan Poe: el “mal ciudadano” que puso la literatura patas arriba

“Edgar Allan Poe puso patas para arriba toda la literatura”, escribe Mariana Enriquez. Las tres letras de su apellido remiten inmediatamente a lo siniestro: Poe es gente enterrada viva, lánguidas mujeres que vuelven de la muerte, mansiones que se derrumban o cuervos que atormentan con la palabra nevermore. Horrores que, muchas veces, más que con lo sobrenatural, los fantasmas o los dioses cósmicos, tienen que ver con los miedos que rodean el umbral del Más Allá o los propios demonios interiores. El escritor de Boston, donde nació en 1809, es considerado, como señala Enriquez, creador del relato moderno, pero también maestro del horror, primer delineante del género policiaco y hasta de la ciencia ficción. Brilló en la poesía y sus ensayos tuvieron no pocos seguidores. Sin Poe no habría habido H. P. Lovecraft, Arthur Conan Doyle o Stephen King. Y su impacto ha sido fuerte en la cultura popular: por ejemplo, recientemente la serie de Netflix La caída de la Casa Usher (Mike Flanagan, 2023) recuperaba para la pantalla contemporánea su oscuro universo.
Su biografía maldita acompaña a la perfección a su figura y le procuró mala reputación en su país, donde se le consideró un bad citizen (mal ciudadano). Algunos de sus hitos biográficos son el abandono de su padre, la muerte de su madre por tuberculosis cuando aún era un niño, su acogida (nunca adopción) por la familia Allan, su alcoholismo, su matrimonio con su prima pequeña, de trece años, que también falleció de tuberculosis o su temprana muerte a los 40, en Baltimore, también rodeada de misterio. Fue hallado delirando en la calle, el 3 de octubre de 1849, vestido con ropa que no era suya. Agonizó en el hospital hasta fallecer cuatro días después, no se sabe si víctima del alcohol, del veneno, la rabia o la sífilis. “Esa turbulencia e inestabilidad está sobre todo en sus cuentos de horror, pero no de modo transparente”, opina Enriquez, “no escribe sobre lo que le ocurría, sino cómo sentía toda esa angustia”.
Poe siempre está ahí, pero ahora lo está más, cuando coinciden en los anaqueles varias novedades en torno a su figura. Por un lado, los Cuentos completos que publica Páginas de Espuma y que cuenta con un ejército de artífices: la edición de Jorge Volpi y Fernando Iwasaki, la nueva traducción de Rafael Accorinti, los prólogos generales de Enriquez y Patricia Esteban y las ilustraciones de Arturo Garrido. Y, por si fuera poco, otros 69 prólogos para cada uno de los 69 relatos por otros 69 autores: Juan Gabriel Vásquez, Espido Freire, Manuel Vilas o Txani Rodríguez.
Por otro, La razón de la oscuridad de la noche. Edgar Allan Poe y cómo se forjó la ciencia en Estados Unidos (Anagrama), de John Tresch, con traducción de Damià Alou, una detallada biografía del autor donde los conocidos hitos biográficos se entretejen con el incipiente desarrollo científico estadounidense de la época. Además, la inclusión de Poe en la antología Amores eternos. Poesía gótica (Alba), junto con otros autores como los románticos ingleses (Blake, Wordsworth, Coleridge, Keats, Byron y el matrimonio Shelley), las hermanas Brönte o Yeats. Y, por último, la editorial Minotauro lanza nuevas ediciones de los relatos La caída de la Casa Usher y La verdad sobre el caso del señor Valdemar, ilustradas por Ismael Pinteño
“Poe está siempre presente, pero más en esta época particularmente marcada por el miedo: el miedo al cambio climático o a la inteligencia artificial, el miedo a figuras como Trump o Musk (podrían ser personajes de Poe), el miedo, en general, al futuro”, dice Jorge Volpi. “Eso hace que su obra pueda tener una resonancia política mayor”. A continuación, algunos mimbres que se extraen el oscuro cesto de Poe.

“La muerte de una mujer hermosa es, sin cuestionamientos, el tópico más poético del mundo”, escribió Poe en su ensayo sobre escritura Filosofía de la composición, de 1846. Los dos prólogos de Enriquez y Esteban a los Cuentos completos, como es signo de estos tiempos, adoptan la perspectiva de género que no tenían los prologuistas de la anterior edición (20 años atrás, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes). Ambas autoras tienen palabras para esa querencia de Poe por las mujeres muertas. En su obra, mujeres fallecidas regresan de la muerte para tomar el cuerpo de otras o bendecir la nueva vida de su amado, el cuerpo de otras es profanado en su tumba o es causante de la desgracia familiar. “La muerta fantasmal y hermosa, la moribunda enamorada es su personaje más recurrente”, escribe Enriquez.
Mujeres muertas protagonizan cuentos como Ligeia, Eleonora, Morella o Berenice, y tienen papeles importantes en otros como La caída de la Casa Usher o El retrato oval. Quizás tenga que ver con las muertes prematuras de la madre y la esposa del autor, aventura Patricia Esteban: “Las lívidas muchachas de Poe nacían condenadas a la enfermedad y a una dolorosa lucidez en lo que concernía al propio destino. Ellas nos confirmaron que la muerte dura más que la vida y que resulta que el regreso desde ese lugar del que no se vuelve se antoja siempre aterrador, por más que quienes retornen serán las personas a las que más se ha amado”.
La traducción“Los escritores del género fantástico emplean las palabras, que parecen inofensivas, para conseguir lo imposible o para destruir lo indestructible”, dice el traductor Rafael Accorinti. El gran valedor de Poe en Europa durante el siglo XIX fue el francés Charles Baudelaire, que tradujo abundantemente su obra. En español Poe fue traducido por Ramón Gómez de la Serna, Rafael Cansinos Assens o Jorge Luis Borges con Adolfo Bioy Casares. Pero su gran traductor fue Julio Cortázar, que vertió todos sus cuentos (se encuentran en la edición de Alianza Editorial) y escribió mucho sobre el autor. Es decir, Poe ha tenido traductores de gran altura literaria (y, en el caso de Cortázar, también física). “Pero todos los clásicos merecen una traducción contemporánea”, dice Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma. Accorinti evitó frecuentar anteriores traducciones, para no contaminarse, aunque investigó mucho para llevar a cabo la titánica tarea: “Era necesario, Poe escribía con una Biblia al lado y manuales de demonología, cada línea tiene profundo significado”, dice. “Mi labor ha sido renovar el embrujo de Poe para los lectores contemporáneos”.

En la antología Amores eternos. Poesía gótica (Alba) se recopilan poemas de Poe junto con los románticos ingleses y otros autores. “Para los lectores de Poe la poesía es el corazón de su obra, el laboratorio de ideas y de inspiración”, dice Gonzalo Torné, traductor de la antología junto con Xandru Fernández y José C. Vales. ¿Qué ideas? “El amor más allá de la muerte, el presentimiento funesto, la irrupción de un pasado ominoso que en la poesía aparecen en un tono más romántico y menos truculento que en los cuentos, una atmósfera de amenaza más que una trama de terror. También es una fragua de símbolos como el cuervo, la biblioteca llena de saberes peligrosos, las enamoradas pálidas, etc.”.
Entre los poemas más famosos de Poe están El cuervo o Annabel Lee, una historia que, por cierto, fue motivo de la canción de Radio Futura que descubrió la obra de Poe a Patricia Esteban (el tremendo video fue estrenado en La bola de cristal) y que en la actualidad da nombre a otra banda de punk pop española. Annabel Lee, una vez más, habla de una mujer muerta “enterrada en un sepulcro en aquel reino junto al mar”. El imaginario del gótico (bosques sombríos, niebla, castillos decadentes, las estrechas relaciones entre el amor y la muerte) se generó en buena medida en los poemas de los románticos ingleses y sus predecesores, que aquí se ofrecen, con Poe como “maestro indiscutido del género”.
La cienciaEn los tiempos de Poe Estados Unidos no era una potencia como en la actualidad, sino que más bien trataba de encontrar su lugar en un panorama científico dominado por los países europeos: incluso había controversia en torno a la importancia que debía tener la ciencia en aquel país. Poe estuvo fuertemente interesado en los rápidos avances científicos de la época y en su ensayo Eureka desarrolló su propia teoría cosmológica. De la relación de Poe con la incipiente ciencia estadounidense da cuenta John Tresch en su nueva biografía. “Este libro devuelve la cosmología de Poe a su lugar, en la cima de su vida y pensamiento, y muestra su obra como una singular expresión de las tumultuosas ideas y pasiones de su época, completamente ligadas a la aparición de la ciencia moderna”, escribe el autor. Al fin y al cabo, la naturaleza era entonces un oscuro misterio a desentrañar, como los que Poe abordaba en su literatura.

Quizás el hecho de que Edgar Allan Poe falleciera con apenas 40 años haga que su mirada sea atractiva para lectores jóvenes de cualquier época, opina Fernando Iwasaki, y es cierto que es común acercarse al bostoniano como una lectura de juventud. “Poe escribe cuando la construcción del amor, la generosidad, la bondad, la amabilidad está llegando a un punto de oscuridad, cuando la literatura empieza a girar, a partir del XIX, hacia lo oscuro, lo siniestro, lo terrorífico, lo inquietante”, dice el autor peruano.
Hoy el género del horror forma parte del entretenimiento mainstream, se frecuenta en series Netflix, se eleva intelectualmente en películas como Heredarity, Midsommar o It follows, o se populariza a través del exitoso género del true crime. Aunque en su época Iwasaki viviera la lectura de Poe como algo menos apacible: el acceso a un mundo maldito y marginal. “Los jóvenes tienen ahora una relación diferente con el mal, han mamado desde niños lo oscuro y lo inquietante. Cuando yo leí a Poe, a los 14 años, en Lima, sentía que era un autor en los márgenes, ahora el mal ya ocupa un lugar importante en el mainstream y hasta forma parte del discurso político”.
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